viernes, 16 de diciembre de 2011

El ictus hemorrágico

En un cerebro saludable y funcional las neuronas no entran en contacto directo con la sangre. El oxígeno vital y los nutrientes que las neuronas necesitan de la sangre llegan a las neuronas a través de paredes delgadas de los capilares cerebrales. Las células de la glía (células del sistema nervioso que soportan y protegen a las neuronas) forman una barrera sanguínea-cerebral (la llamada barrera hematoencefálica), una trama compleja que rodea a los vasos sanguíneos y capilares y controla qué elementos de la sangre pueden pasar a través a las neuronas.

Cuando se rompe una arteria en el cerebro, la sangre pasa al tejido circundante y perturba no sólo el suministro de sangre, sino el delicado equilibrio químico que las neuronas requieren para funcionar. A este tipo de ictus se le llama ictus hemorrágico. Los ictus hemorrágicos representan aproximadamente un 20 por ciento de todos los ictus. La hemorragia ocurre de varias formas; una causa común es un aneurisma sangrante, un lugar débil o delgado en una pared arterial. Con el tiempo, estos lugares débiles se dilatan o se hinchan en forma de globo bajo una presión arterial elevada. Las paredes delgadas de estos aneurismas en forma de globo pueden romperse y derramar sangre en el espacio que rodea a las células cerebrales.


La hemorragia también ocurre cuando las paredes arteriales se rompen. Las paredes arteriales incrustadas con placa pierden con el tiempo su elasticidad y se tornan quebradizas y delgadas, propensas a romperse. La hipertensión arterial aumenta el riesgo de que una pared arterial quebradiza ceda y libere sangre dentro del tejido cerebral circundante.

Una persona con malformación arteriovenosa también tiene un riesgo mayor de sufrir un ictus hemorrágico. Las malformaciones arteriovenosas son un conglomerado de vasos sanguíneos y capilares defectuosos dentro del cerebro que tienen paredes delgadas y pueden, por tanto, romperse.

Los ictus hemorrágicos se dividen en dos grupos: cerebrales y subaracnoideos. Los cerebrales ocurren cuando la sangre procedente de las arterias cerebrales que se rompen pasa a la sustancia del cerebro o a los distintos espacios que rodean al cerebro. Estas hemorragias intracerebrales (también llamadas parenquimatosas) se dividen a su vez en lobares, profundas, troncoencefálicas y cerebelosas. El ictus subaracnoideo es la hemorragia bajo las meninges o membranas exteriores del cerebro al espacio delgado lleno de fluido que rodea al cerebro.



El espacio subaracnoide separa a la meninge aracnoide de la meninge piamadre subyacente. Contiene un líquido claro (fluido cerebroespinal, más conocido como líquido cefalorraquídeo), así como los vasos sanguíneos pequeños que suministran sangre a la superficie exterior del cerebro. En una hemorragia subaracnoide, una de las pequeñas arterias dentro del espacio subaracnoide se rompe, inundando de sangre el área y contaminando el líquido cefalorraquídeo. Puesto que éste fluye a través del cráneo, dentro de los espacios del cerebro, la hemorragia subaracnoide puede conducir a un extenso daño en todo el cerebro. Por esto, el ictus hemorrágico subaracnoide es el más mortal de todos los ictus.

Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

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