viernes, 30 de diciembre de 2011

Factores de riesgo

Hemos visto de pasada que algunas personas son más predispuestas a sufrir un ictus que otras, pero, exactamente, ¿cuáles son los factores que condicionan esta predisposición? ¿se pueden evitar o paliar en la medida de lo posible?

Primero, decir que se han encontrado vínculos epidemiológicos entre los ictus y múltiples factores de riesgo. Algunos de ellos están bien documentados, mientras que otros aún deben ser confirmados. Los factores de riesgo pueden clasificarse como modificables, potencialmente modificables y no modificables. En cualquier caso la asociación de factores de riesgo incrementa el riesgo de ictus. Es importante detectar pacientes con factores de riesgo no modificables ya que, aunque éstos no se puedan tratar, identifican sujetos de alto riesgo en lo que la coexistencia de factores modificables exige un control preventivo más estricto.

En otras palabras, aquellos que posean factores de riesgo no modificables (como factores hereditarios) deben someterse a un control más estricto a fin de reducir los factores de riesgo que sí se pueden modificar (como el tabaquismo), para reducir la probabilidad de sufrir un ictus.

Citaremos los factores de riesgo no modificables y los modificables; no obstante, detallaremos sólo los más relevantes o los que se puedan modificar de forma beneficiosa.
 
No modificables: edad, sexo, factores hereditarios (presencia de antecendentes de ictus en familiares), raza/etnia y localización geográfica.
Modificables: hipertensión arterial, cardiopatías, tabaquismo, anemia de células falciformes, AITs previos y estenosis carotídea asintomática.

--> La hipertensión arterial (HTA): de todos los factores de riesgo que contribuyen al ictus, la HTA es el más poderoso. Las personas con hipertensión tienen un riesgo de sufrir un ictus de cuatro a seis veces más elevado que el riesgo de los que no tienen hipertensión. Además, de las personas que sufren ictus, un 40 a un 90 por ciento tienen HTA antes de ocurrir el accidente cerebrovascular. Por lo general, se considera que un adulto padece hipertensión arterial a partir de 140mmhg de presión sistólica y de 90mmhg en la diastólica.

El impacto de la hipertensión en el riesgo total de ictus disminuye a medida que aumenta la edad, por lo que otros factores adicionales desempeñan un papel mayor en el riesgo general de ictus en los adultos de más edad.

Para prevenir la HTA, y por tanto el riesgo de sufrir un ictus, se deben tomar medidas que lleven a un modo de vida saludable, tales como hacer ejercio físico aeróbico (andar, bicicleta, correr, natación, etc.), consumir una dieta sana y equilibrada, no consumir tabaco y reducir lo mínimo el consumo de alcohol. El tratamiento de la HTA se hace mediante fármacos (agentes adrenérgicos, betabloqueantes, bloqueadores de canales de calcio, diuréticos, vasodilatadores, ...) y tanto su diagnóstico como el propio tratamiento debe llevarlo a cabo un médico especialista.

-->Tabaquismo y alcohol: el consumo de cigarrillos casi duplica el riesgo de una persona de sufrir un ictus isquémico, independiente de otros factores de riesgo, y aumenta el riesgo de una persona de ictus hemorrágico subaracnoideo hasta en un 3.5 por ciento. El consumo de cigarrillos es responsable directamente de un mayor porcentaje del número total de ictus en los adultos jóvenes que en otros adultos. El consumo de cigarrillos aumenta el riesgo de una persona de sufrir un ictus al promover la arteriosclerosis y aumentar los niveles de factores de coagulación de la sangre, tales como el fibrinógeno. Además de promover condiciones asociadas a ictus, el consumo de cigarrillos también aumenta el daño que resulta de éste al debilitar la pared endotelial del sistema cerebrovascular. Esto conduce a un daño mayor del cerebro por los eventos que ocurren en la etapa secundaria del accidente cerebrovascular (de la que hablaremos más adelante).

El consumo elevado de alcohol es otro factor de riesgo modificable del ictus. Por lo general, un incremento en el consumo de alcohol conduce a un incremento en la presión sanguínea. Si bien los científicos están de acuerdo en que el consumo elevado de bebidas alcohólicas constituye un riesgo de hemorragia y de ictus isquémico, en varios estudios de investigación se ha encontrado que el consumo diario de cantidades pequeñas de alcohol tiene una influencia protectora contra el ictus isquémico, quizás debido a que el alcohol reduce la capacidad de coagulación de las plaquetas en la sangre.

--> Diabetes Mellitus: la diabetes es otra enfermedad que aumenta el riesgo de una persona de sufrir un ictus. Las personas con diabetes tienen tres veces más el riesgo de sufrirlo que las personas sin diabetes. El riesgo relativo de ictus de la diabetes alcanza el punto más elevado en los cincuenta y sesenta años de edad y disminuye después de los sesenta años. Al igual que la hipertensión, el riesgo relativo de ictus por diabetes es más elevado en los hombres a una edad más temprana y más elevado en las mujeres a una edad más avanzada. Las personas con diabetes pueden también tener otros factores de riesgo que pueden contribuir a aumentar el riesgo general de ictus. Por ejemplo, la prevalencia de hipertensión es 40 por ciento más elevada en la población diabética que en la población general.

-->Cardiopatías: después de la hipertensión, el segundo factor más importante de riesgo de ictus es una enfermedad cardíaca denominada fibrilación auricular. La fibrilación auricular es la palpitación irregular de la aurícula izquierda, o cámara superior izquierda del corazón. En las personas con fibrilación auricular, la aurícula izquierda late a un ritmo cuatro veces más acelerado que el resto del corazón. Esto conduce a un flujo irregular de sangre y a la formación ocasional de coágulos de sangre que pueden salir del corazón y trasladarse al cerebro, ocasionando un ictus.

Otras cardiopatías que aumentan el riesgo de ictus son endocarditis infecciosas (inflamación bacteriana del endocardio del corazón), estenosis mitral (malformación en la válvula mitral o bicúspide), o infartos de miocardio recientes, entre otras.


Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

lunes, 26 de diciembre de 2011

Otras estadísitcas

El ictus es la causa más importante de invalidez o discapacidad a largo plazo en el adulto y la segunda causa de demencia. A los 6 meses del ictus, el 26,1% de los pacientes han fallecido, el 41,5% están independientes y el 32,4% son dependientes, estimándose de forma global que entre los supervivientes del ictus el 44% quedan con una dependencia funcional.

Según datos de la Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud (INE 1999) 811.746 mayores de 65 años presentan una dependencia causada por ECV, de un total de 1.113.626 personas con dependencia, lo que supone un 73%. De ellos, un tercio tiene dependencia moderada, el 50% dependencia grave, y el 16% dependencia grave. Los ancianos dependientes suponen el 17% del total de mayores.

Los principales déficits, discapacidades y complicaciones observables después de un ictus son: parálisis, desequilibrio, trastorno del habla/lenguaje, trastornos visuales, déficits cognitivos, alteraciones emocionales, fatiga física y psíquica, crisis epilépticas y dolor.

El ictus recurrente es el principal responsable de discapacidad y muerte después de un ictus. Así, la mortalidad pasa de un 20,1% a un 34,7% (incremento de un 73%) y la dependencia funcional de un 36,7% a un 51% (aumento del 39%), dependiendo de si se trata de un primer ictus o de un ictus recurrente. Por ello, la prevención de la recurrencia del ictus es fundamental para evitar la discapacidad.

La carga global de enfermedad engloba tanto la mortalidad como la discapacidad. El ictus ocupa el segundo lugar en cuanto a la carga de enfermedad en Europa (responsable del 6,8% de la pérdida de Años de Vida Ajustados por Discapacidad - AVAD), mientras que la enfermedad de Alzheimer y otras demencias ocupan el quinto lugar (3,0%) y los accidentes de tráfico el séptimo (2,5%). Los resultados del Estudio Global “Burden of Disease 2002” de la OMS (en castellano, Carga Global de Enfermedad), indican que en la Región Europea de muy baja mortalidad (Euro-A), a la que pertenece España, de cada 100 AVAD perdidos por ictus, un 62,1% lo son por mortalidad (Años de Vida Perdidos - AVP) y un 37,9% lo son por mala salud (Años Vividos con Discapacidad). Del mismo modo, para todas las causas de enfermedad o lesión, el ictus supone un 6,9% de AVP (sobre el total) y un 2,4% de años vividos con discapacidad.

Por otro lado, en España para el año 2000 las enfermedades cardiovasculares supusieron una gran carga de enfermedad, representando una pérdida total de 211.803 AVAD. Por subcategorías de enfermedad, destaca el peso de los AVAD perdidos por ictus (4,4% sobre el total). De cada 100 AVAD perdidos por ictus, un 69,7% lo fueron por mortalidad (AVP) y un 30,3% por mala salud (años vividos con discapacidad). En las mujeres, el peso del ictus como causa de pérdida de AVAD es mayor (4,8% sobre el total). En hombres, el peso en AVAD es algo inferior (4,0%).

En términos de carga desde una perspectiva socioeconómica, entendiéndose como tal el coste de la enfermedad, se estima que el ictus consume entre el 3% y el 4% del gasto sanitario en los países de rentas elevadas, distribuyéndose el 76% de los costes sanitarios directos en el primer año tras el evento, concentrados mayoritariamente en costes hospitalarios.

En la revisión de Ekman et al, que analiza los estudios europeos publicados entre 1994 y 2003, se estima el coste del ictus el primer año tras el evento entre 20.000 y 30.000 euros, con la excepción del trabajo español de Carod-Artal et al con una estimación de 5.338 euros.

En estudios de costes del ictus, la inclusión de los costes indirectos, entendidos como tales aquellos asociados con la pérdida de producción de bienes y servicios que ocasiona una enfermedad, es un fenómeno relativamente reciente, en comparación con otras enfermedades neurodegenerativas, como por ejemplo la enfermedad de Alzheimer. La importancia de los costes directos no sanitarios (asistencia social y/o familiar) y de los costes indirectos (p. ej. debidos a la incapacidad o pérdida laboral) hace que, sobre todo en los últimos años, se haya visto incrementado el número de estudios desarrollados desde la perspectiva de la sociedad.

Existen varios trabajos que estiman el coste del ictus en España. Se observa cómo, dentro de un rango, los datos son coincidentes en cuanto a los costes del ictus dentro del primer año. De igual modo, la partida referida a los costes hospitalarios es la de mayor peso en relación a los costes directos sanitarios. En los años siguientes al evento, los costes directos sanitarios son menores, debido a los menores costes hospitalarios, ganando peso el resto de partidas, especialmente las referidas a la rehabilitación, la medicación, y las consultas externas.

Fuente: Sistema Nacional de Salud (SNS).

Epidemiología del ictus

Hemos hablado ya del hecho de que los ictus son uno de los problemas de salud más importantes y frecuentes en todo el mundo. Sin embargo, expondremos más detalladamente en esta entrada y en la siguiente las estadísticas así como los datos epidemiológicos más relevantes de esta enfermedad cerebrovascular.

Nota: la epidemiología es la disciplina científica que estudia la frecuencia y distribución de fenómenos relacionados con la salud y sus determinantes en poblaciones específicas, y la aplicación de este estudio al control de problemas de salud.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que por las propias características del ictus (es una entidad heterogénea tanto en las formas de presentación clínica como en la etiopatogenia), es difícil obtener datos epidemiológicos fiables. En el análisis de los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades cerebrovasculares representan la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de discapacidad física en las personas adultas y la segunda de demencia. Según los datos publicados por la OMS sobre la mortalidad global producida por las enfermedades cardiovasculares en el año 2002, el 32% (5,5 millones de muertes) se debieron a ictus.

En España los estudios epidemiológicos del ictus no son ideales, y más bien escasos. La mayoría de la información disponible se basa en registros hospitalarios, en encuestas puerta a puerta en población total por muestreo o mediante el registro de defunciones.

-Morbilidad: según los datos de la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria, se ha producido un incremento constante de pacientes ingresados con el diagnóstico principal al alta de enfermedad cerebrovascular. Esta tendencia se sigue manteniendo. Así en el año 2003 se alcanzó la cifra de 114.498 casos, con una tasa de 268 por cada 100.000 habitantes, y en el año 2006, según esta misma encuesta, el ictus supuso 114.807 altas hospitalarias y 1.288.010 estancias hospitalarias, siendo este último dato superior a la cardiopatía isquémica.

-Mortalidad: el ictus representa actualmente en España la segunda causa de muerte, después de la cardiopatía isquémica. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) las enfermedades cerebrovasculares agudas o ictus fueron, en el año 2006, la segunda causa de muerte en la población española (32.887 casos en ambos sexos) y la primera causa de muerte en la mujer (19.038 casos).

-Incidencia: es una tasa de morbilidad que representa la proporción entre el número de casos nuevos de una enfermedad, entre el número de personas al inicio del período que estaban sanas. Es, por tanto, la proporción de personas que han enfermado en ese período de tiempo. En España se han publicado cuatro estudios de incidencia en diferentes poblaciones y diferentes grupos de edad, y cuando se comparan grupos de población, se ve que la incidencia aumenta progresivamente con la edad, y que es algo más alta en los varones que en las mujeres. Tomaremos el último de los estudios: realiza una aproximación a la incidencia poblacional de las ECV en el año 2002 en Cataluña combinando los datos del Registro de Mortalidad y el Registro del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CMBD) de 65 de los 84 hospitales generales catalanes durante el año 2002. Las tasas de incidencia acumulada de ECV fueron 218 (IC del 95%, 214-221) en varones y 127 (IC del 95%, 125-128) en mujeres.

La incidencia del AIT es más difícil de conocer porque un porcentaje importante de pacientes que los sufren no consultan al médico. En un estudio que se hizo en Segovia, se obtuvo una incidencia anual de 35 por 100.000.

-Prevalencia: es una tasa de morbilidad que expresa la probabilidad de estar enfermo en un momento dado. Se observó que con la edad se producía un aumento de la prevalencia, particularmente entre las mujeres. En las edades más avanzadas, la proporción de afectados era más alta en el sexo femenino. Por otra parte, había diferencias geográficas importantes. La prevalencia era mayor en zonas urbanas (8,7%) y menor (3,8%) en la población rural. Al comparar estos datos con los de otros estudios europeos, se vio que las tasas de prevalencia de ictus en España ocupaban un lugar intermedio y que seguían las mismas tendencias en cuanto a distribución por sexo y edad.

 Los datos de prevalencia en nuestro país la sitúan en torno al 2% en mayores de 20 años en el área de Alcoi y con cifras más altas cuando se restringe la población estudiada a los subgrupos de mayor edad: 4% en Girona, 8% en Madrid, y 7% en Ávila para mayores de 65 años. La prevalencia del AIT entre los mayores de 65 años se sitúa alrededor del 2%.

Nota:
ECV: enfermedades cerebrovasculares.
AIT: ataque isquémico transitorio. Más información sobre el AIT aquí.
IC: intervalo de confianza. En epidemiología representan un rango de valores en los que hay una determinada probabilidad de contener el valor real de la población, que es diferente del valor estimado en una muestra de un estudio. El más utilizado es al 95% de probabilidad.

Fuentes: Sistema Nacional de Salud (SNS), Manual de método epidemiológico de la Escuela Nacional de Sanidad (ENS).

viernes, 23 de diciembre de 2011

El ataque isquémico transitorio

Estrictamente, el llamado ataque isquémico transitorio, se clasifica como un subtipo de ictus isquémico, pero debido a sus características lo clasificaremos aparte de los dos grandes grupos de ictus.

Un ataque isquémico transitorio (AIT), llamado a veces  "mini-accidente cerebrovascular", comienza exactamente igual que un ictus pero luego se resuelve sin dejar síntomas o déficits notables. La aparición de un ataque isquémico transitorio es una advertencia de que la persona está sometida a riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular más grave y debilitante.
 
La duración media de un ataque isquémico transitorio es de unos cuantos minutos. En casi todos los ataques isquémicos transitorios, los síntomas desaparecen aproximadamente en una hora. No hay forma de decir si los síntomas presentan solamente un ataque isquémico transitorio, o si los síntomas persistirán y conducirán a la muerte o a la incapacitación.

Para entender mejor la relación entre el AIT y el ictus haremos una comparación del AIT con una angina de pecho: ambas tienen como característica la isquemia o falta de oxígeno necesario del órgano en cuestión, ya sea el cerebro en el AIT o el corazón en la angina, pero en ambos casos no se produce necrosis tisular. En el caso de que no se trate a tiempo, o bien no se revierta espontáneamente la falta de oxígeno, se producirá la muerte o infarto celular (ictus propiamente dicho, o bien un infarto agudo de miocardio).

Los síntomas de un AIT se parecen a los de los demás ictus e incluyen entumecimiento o debilidad (especialmente en un lado del cuerpo) , confusión o dificultades para hablar o entender, problemas para ver con uno o ambos ojos y pérdida del equilibrio o la coordinación de los movimiento. Si sufrimos estos síntomas jamás deberemos confiar en que sea un AIT y no un ictus agudo y esperar a que estos síntomas reviertan. Ante esta situación deberemos tomar las mismas medidas que en los demás ictus (hablaremos de ellas más detenidamente). Hay que llamar a los servicios sanitarios de emergencia para recibir atención especializada, ya que como en todos los ictus, cada minuto cuenta.

Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

viernes, 16 de diciembre de 2011

El ictus hemorrágico

En un cerebro saludable y funcional las neuronas no entran en contacto directo con la sangre. El oxígeno vital y los nutrientes que las neuronas necesitan de la sangre llegan a las neuronas a través de paredes delgadas de los capilares cerebrales. Las células de la glía (células del sistema nervioso que soportan y protegen a las neuronas) forman una barrera sanguínea-cerebral (la llamada barrera hematoencefálica), una trama compleja que rodea a los vasos sanguíneos y capilares y controla qué elementos de la sangre pueden pasar a través a las neuronas.

Cuando se rompe una arteria en el cerebro, la sangre pasa al tejido circundante y perturba no sólo el suministro de sangre, sino el delicado equilibrio químico que las neuronas requieren para funcionar. A este tipo de ictus se le llama ictus hemorrágico. Los ictus hemorrágicos representan aproximadamente un 20 por ciento de todos los ictus. La hemorragia ocurre de varias formas; una causa común es un aneurisma sangrante, un lugar débil o delgado en una pared arterial. Con el tiempo, estos lugares débiles se dilatan o se hinchan en forma de globo bajo una presión arterial elevada. Las paredes delgadas de estos aneurismas en forma de globo pueden romperse y derramar sangre en el espacio que rodea a las células cerebrales.


La hemorragia también ocurre cuando las paredes arteriales se rompen. Las paredes arteriales incrustadas con placa pierden con el tiempo su elasticidad y se tornan quebradizas y delgadas, propensas a romperse. La hipertensión arterial aumenta el riesgo de que una pared arterial quebradiza ceda y libere sangre dentro del tejido cerebral circundante.

Una persona con malformación arteriovenosa también tiene un riesgo mayor de sufrir un ictus hemorrágico. Las malformaciones arteriovenosas son un conglomerado de vasos sanguíneos y capilares defectuosos dentro del cerebro que tienen paredes delgadas y pueden, por tanto, romperse.

Los ictus hemorrágicos se dividen en dos grupos: cerebrales y subaracnoideos. Los cerebrales ocurren cuando la sangre procedente de las arterias cerebrales que se rompen pasa a la sustancia del cerebro o a los distintos espacios que rodean al cerebro. Estas hemorragias intracerebrales (también llamadas parenquimatosas) se dividen a su vez en lobares, profundas, troncoencefálicas y cerebelosas. El ictus subaracnoideo es la hemorragia bajo las meninges o membranas exteriores del cerebro al espacio delgado lleno de fluido que rodea al cerebro.



El espacio subaracnoide separa a la meninge aracnoide de la meninge piamadre subyacente. Contiene un líquido claro (fluido cerebroespinal, más conocido como líquido cefalorraquídeo), así como los vasos sanguíneos pequeños que suministran sangre a la superficie exterior del cerebro. En una hemorragia subaracnoide, una de las pequeñas arterias dentro del espacio subaracnoide se rompe, inundando de sangre el área y contaminando el líquido cefalorraquídeo. Puesto que éste fluye a través del cráneo, dentro de los espacios del cerebro, la hemorragia subaracnoide puede conducir a un extenso daño en todo el cerebro. Por esto, el ictus hemorrágico subaracnoide es el más mortal de todos los ictus.

Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

El ictus isquémico

Un ictus isquémico ocurre cuando una arteria que suministra sangre al cerebro queda bloqueada, reduciendo repentinamente, o interrumpiendo el flujo de sangre y, con el tiempo, ocasionando un infarto en el cerebro. Aproximadamente un 80 por ciento de todos los accidentes cerebrovasculares son de tipo isquémico. Los coágulos de sangre son la causa más común de bloqueo arterial y de infarto cerebral. El proceso de coagulación es necesario y beneficioso en todo el cuerpo debido a que detiene la hemorragia y permite reparar las áreas dañadas de las arterias o de las venas. Sin embargo, cuando los coágulos de sangre se forman en el lugar incorrecto dentro de una arteria, ocasionan una lesión devastadora al interferir con el flujo normal de sangre. Los problemas de coagulación se hacen más frecuentes a medida que las personas avanzan en edad.

El ictus isquémico se divide en varios subtipos atendiendo a la causa etiológica que lo produce. Una clasificicación de los subtipos de ictus isquémico es la siguiente:

-Ictus aterotrombótico: ocasionados por oclusión o estenosis (estrechamiento) de una arteria debido a la acumulación de la llamada placa de ateroma  (una mezcla de sustancias grasas, incluyendo colesterol y otros lípidos) y/o formación de coágulos de sangre (trombosis) a lo largo de la pared arterial.


-Ictus embólico o cardioembólico: producido por un coágulo que se forma en una parte del cuerpo fuera del cerebro y que se traslada a través de los vasos sanguíneos y queda atrapado en una arteria cerebral. Este coágulo libre se denomina émbolo y a menudo se forma en el corazón. El origen del émbolo puede deberse a diferentes cardiopatías como la presencia de un tumor intracardíaco, endocarditis, fibrilación auricular, etc.

-Ictus lacunar: causado por un infarto de pequeño tamaño (menor de 1.5 cm de diámetro) en el territorio de irrigación de una arteria de pequeño tamaño , que habitualmente ocasiona un síndrome lacunar (hemiparesia pura, síndrome sensitivo puro, síndrome sensitivomotor, ataxia-hemiparesia o disartria-mano torpe) en un paciente con antecedente personal de hipertensión arterial u otros factores de riesgo vascular, en ausencia de otra etiología.

-Ictus de causa inhabitual: es un infarto en el que se ha descartado el origen aterotrombótico, cardioembólico o lacunar y se ha identificado una causa menos frecuente. Se suele producir por enfermedades sistémicas (conectivopatía, infección, neoplasia, síndrome mieloproliferativo, alteraciones metabólicas, de la coagulación…) o por otras enfermedades como: disección arterial, displasia fibromuscular, aneurisma sacular, malformación arteriovenosa, trombosis venosa cerebral, angeítis, migraña, etc.

-Ictus de origen indeterminado: infarto en el que, tras un exhaustivo estudio diagnóstico, se han descartado los subtipos aterotrombótico, cardioembólico, lacunar y de causa inhabitual, o bien se han identificado varias posibles etiologías.

Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Qué es un ictus cerebral?


Un ictus ocurre cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe repentinamente o cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, derramando sangre en los espacios que rodean a las células cerebrales. De la misma forma que se dice que una persona que sufre una pérdida de flujo sanguíneo al corazón tiene un ataque cardíaco, puede decirse que una persona con una pérdida de flujo sanguíneo al cerebro o una hemorragia repentina en el cerebro tiene un ictus, ataque cerebral, apoplejía o accidente cerebrovascular (acv). 


Las células cerebrales mueren cuando dejan de recibir oxígeno y nutrientes de la sangre o cuando son dañadas por una hemorragia repentina en el cerebro y alrededor del mismo. Isquemia es el término utilizado para describir la pérdida de oxígeno y nutrientes en las células, en este caso cerebrales, cuando no existe un flujo adecuado de sangre. La isquemia conduce finalmente a un infarto, necrosis o muerte de células cerebrales que con el tiempo son sustituidas por una cavidad llena de fluido en el cerebro lesionado.

Todos los síntomas del ictus aparecen repentinamente y, a menudo, hay más de un síntoma al mismo tiempo. Por tanto, usualmente puede distinguirse de otras causas de mareos o dolores de cabeza. Estos síntomas pueden indicar que ha ocurrido un ictus y que se necesita inmediatamente atención médica. Entre éstos figuran los siguientes: entumecimiento o debilidad repentina, especialmente en un lado del cuerpo; confusión repentina o problemas con el habla o la comprensión; problemas repentinos en la vista con uno o ambos ojos; problemas repentinos en el andar, mareos o pérdida de equilibrio o coordinación; o un dolor de cabeza severo repentino sin causa conocida.

Para finalizar, decir que en líneas generales los ictus pueden clasificarse en dos grandes grupos atendiendo a su mecanismo de producción: ictus isquémicos (consistente en un bloqueo parcial o total de un vaso sanguíneo que suministra sangre al cerebro) e ictus hemorrágicos (caracterizado por una pérdida de sangre en el cerebro y alrededor del mismo). Hablaremos más de ellos en posteriores entradas.

Fuentes: National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS), Sistema Nacional de Salud (SNS).

Presentación


Hola a todos. Os doy la bienvenida a mi blog, en el que se abordará el ictus cerebral, uno de los trastornos de salud más frecuentes e importantes en todos los sentidos en la sociedad actual, y todos los aspectos relacionados con él.

El objetivo principal que tiene el blog es informar, siempre desde una perspectiva científica, pero también accesible, a todas las personas que no tienen formación sanitaria y que quieran saber más acerca de esta enfermedad y de sus consecuencias, para estar familiarizados y preparados para enfrentarse a ella. También se pretende que el blog sea una fuente de información práctica para estudiantes y profesionales de todos los ámbitos de la salud.

Si tenéis cualquier duda o crítica no dudéis en contactar conmigo. Os deseo una lectura amena.